Fantasías de la metrópoli 
Helena Lugo





Exceso de memoria aquí, exceso de olvido allá.
Paul Ricœur



I. El problema del tiempo


Dimensionar la historia supone convocar espectros, delirios, recuerdos, afectos, improntas y borraduras; implica invocar el tiempo poniendo en tensión los límites de su representación y haciendo visible la paradoja que conlleva habitar permanentemente el presente. Transitar estas contradicciones nos arroja a un abismo interminable en donde archivar, narrar y escribir son la única forma de resguardar el acontecimiento antes de que escape para ya no volver. Sin embargo, estos refugios para la memoria están constantemente acechados por el olvido, en ellos persiste la huella de lo que se borró: contener implica dejar fuera. Ante esto, ¿cómo nos situamos frente a los vacíos de la reminiscencia? ¿Cómo accedemos a un tiempo otro? ¿Qué significa pensar históricamente cuando la experiencia del pasado se constituye en el acto de leer, escribir y relacionarnos con documentos?


Fantasías de la metrópoli es una serie de ejercicios cartográficos y arquitectónicos propuestos por el artista Pável Mora, quien retoma mapas y vistas aéreas de otras épocas para navegar los límites del archivo, el olvido, la memoria, la especulación y la posibilidad. Su obra revisita planos antiguos, fotografías y documentos del archivo del Palacio de Medicina, construido de 1732 a 1736 ––a propósito del lugar que alberga la muestra––, así como cartografías de los siglos XIX y XX en la Ciudad de México y otras ciudades de América Latina, para crear geografías imaginarias que, más que mapear un territorio, se encarguen de desdibujarlo.


Las pinturas de Pável recorren el fantasma del tiempo, son testimonios de la infidelidad del documento, vestigios de la representación miope de la realidad, destellos de ficción dentro de los procesos de historización, enunciación y almacenamiento. Su obra busca hacer del olvido/memoria una especie de lugar topográfico, un plano legible para acceder a él como sitio, al tiempo de reconocerlo como un terreno incierto: una contrapropuesta del pasado compuesta por señales y referentes que no siempre son claros o evidentes. El archivo entonces es traído a un presente efímero como ficción para mantener el pasado incompleto una vez más. Pura potencia de lo que fue y lo que podría ser.


Aquí se delinea una especie de mundo donde espectros del pasado aparecen acechantes, y articulan un pasado ininteligible. El  recuerdo  deviene  una  figura  redentora  que,  lejos  de  representar  meramente  un  tiempo  pretérito,  detona  una imagen que pasa fugazmente y amenaza con desaparecer con cada presente que no se reconozca en ella. Por ello, en estos registros que propone Pável se ocultan capas y capas de una historia latente, extraviada y simultáneamente presente como huella ––en donde más allá de una aproximación al recuerdo, lo que sucede es una búsqueda por encontrar nuevas ficciones para el porvenir.




II. El problema del espacio


Pero las relaciones que se ponen en juego en la obra de Pável no sólo recorren las paradojas del tiempo sino también las del espacio: su obra navega constantemente la imposibilidad de la representación del territorio, el sesgo de la arquitectura como contenedora de relatos y los símbolos de progreso y nacionalismo como creadores de ciudades ilusorias.


Por ello, Pável utiliza mapas y planos aludiendo a un lenguaje arquitectónico y cartográfico, pues ambos han sido un intento por abreviar la inmensidad: abarcar aquello que escapa a la imaginación para contener el vértigo de la realidad. Han sido un espacio para dibujar el mundo en miniatura, navegar geografías imaginarias y reales, así como delatar las fantasías, sueños y entelequias de los mundos que alguna vez construimos e imaginamos. Foucault nos muestra el camino: “La cartografía siempre forma parte de un discurso, de una administración del saber, de una política del saber, y en muchos casos, como parte de su naturaleza, representa instrumentos de dominación que responden a un saber y un poder determinados”. Nuestros monumentos y ruinas hacen evidente nuestra posición histórica, ideológica y discursiva.


Espacialmente, Pável Mora toma como punto de partida el Palacio de Medicina, ubicado en el centro de la Ciudad de México, construido durante la época colonial. Recordemos que el proyecto y su ejecución fueron encomendados al arquitecto Pedro de Arrieta, Maestro Mayor de las Obras Materiales del Santo Oficio. La ubicación del edificio en el centro de la ciudad es esencial para comprender la importancia social, política, económica y religiosa que tuvo en la capital novohispana. Este edificio encapsula todo un aparato simbólico moderno y colonial que trajo consigo la extinción de mundos enteros ––la imposición por fuerza de un orden, cuyos efectos reverberan hasta nuestros días. Fue sede temporal del Arzobispado de la ciudad, de la Lotería Nacional, de una escuela primaria e incluso de un cuartel militar. Sus paredes albergan cien años de lecciones de medicina y enfermería, huellas del desarrollo de la ciencia y la educación en México, pero también contienen lo que queda fuera del registro histórico oficial: un cúmulo de presencias, ausencias, voces y silencios que resuenan a través del tiempo, y que nos invitan a pensar en todo aquello que queda en los márgenes de estos muros.


Aproximándose a otra época y expandiendo la mirilla por la que ve, la exposición también abarca otro cuerpo de trabajo con trazas urbanas que oscilan entre la búsqueda de los signos de la identidad nacional, las realidades que ahí transitan y los postulados cosmopolitas y globalizadores. Las ciudades aquí no se tratan tanto de una utopía, sino de una ruina que reimagina las fantasías de las megalópolis delineadas en el contexto de la modernidad. Sus vistas aéreas vislumbran el paso del tiempo en ciudades latinoamericanas, y mientras que algunas parecen detenerse ante el frenesí modernizador, otras más se vuelcan derrotadas ante él. Sus paisajes van de la abstracción a lo concreto dando cuenta del crecimiento desmesurado que propició la edificación de relatos históricos repletos de rupturas, discontinuidades y aspiraciones. En estos mapas se atisba el futuro que no fue.


Pável Mora nos arroja a un umbral donde el tiempo y el espacio se encapsulan, difuminan y amontonan uno sobre otro en capas discordantes, fantásticas e irregulares.  En estas capas transitan identidades, especulaciones, pasados, cotidianidades e incertidumbres: fantasmas que comparten ficciones y que reconfiguran el archivo, convocando lugares perdidos para la memoria para hacerlos aparecer, aunque sólo sea por un instante.